ORGASMO

En esta sociedad patriarcal lo relativo al cuerpo y la sexualidad de las mujeres se ha satanizado o se ha medicalizado. La ciencia médica ha sido protagonizada durante siglos por hombres, lo que ha contribuido a reforzar una perspectiva androcéntrica y coitocentrista en la construcción sobre nuestros cuerpos. La anulación de la sexualidad femenina ha surgido en muchas formas a lo largo de la historia, afortunadamente los últimos años han traído cierta concienciación acerca de nuestros derechos sexuales que hasta hace pocas décadas resultaban impensables.

Aún hoy en día, la mujer que se apropia de sus deseos sexuales y que actúa de acuerdo a sus instintos rompiendo con los condicionamientos culturales siguen enfrentándose con el desconcierto que la relaciona con lo misterioso y lo tabú. La mujer deseante que no deseada sigue siendo juzgada. Pieza clave en esta toma de conciencia de nuestra responsabilidad sobre nuestra sexualidad está en incentivar a la mujer a que conozca su cuerpo y construya su capacidad para alcanzar el orgasmo a través de la masturbación sin verse condicionada por la presencia y la disponibilidad del otro.

Adentrémonos ahora en el conocimiento sobre el orgasmo que nos aporta la investigación científica partiendo no obstante de la premisa de que cada mujer es un mundo y de que el conocimiento sobre nuestro propio cuerpo nos pertenece exclusivamente a nosotras mismas.

Se define el Orgasmo como la culminación del placer sexual siendo uno de los procesos biológicos más complejos que se conocen. Hay una gran variedad de factores que favorecen u obstaculizan llegar al climax: la disposición mental, el momento respecto al ciclo menstrual, las zonas estimuladas, el cansancio, el grado de excitación… Durante la estimulación sexual y el clímax, distintas áreas del cerebro son bombardeadas a través de la médula espinal con estímulos nerviosos e información que le permiten alcanzar esa sensación placentera, relajante y satisfactoria tan difícil de describir. Durante el orgasmo se produce una descarga explosiva de tensiones neuromusculares y la culminación en una sensación de placer intenso.

Ilustración Lola Vendetta

Las células del cerebro producen dopamina, activando los centros del hipotálamo que liberan oxitocina, que a su vez estimula la contracción de la musculatura pélvica femenina y provoca un aumento de la frecuencia cardiaca, la sudoración de zonas como las axilas o las ingles, la aceleración de la respiración, la hinchazón del clítoris, la expansión de los labios vaginales… Como respuesta a esto, el cerebro segrega endorfinas y encefalinas que producen analgesia y una sensación de bienestar. Durante la actividad sexual aumentan los niveles de dopamina y oxitocina que disminuyen después del orgasmo. Al mismo tiempo suben los niveles de prolactina, que disminuye la libido y causa la saciedad sexual.

Las mujeres podemos experimentar diferentes sensaciones orgásmicas en función de los nervios implicados. Mientras que el clítoris está afectado por el nervio pudendo, la vagina es inervada por el nervio pélvico y el cervix recibe impulsos a través de los nervios pélvico, hipogastrio y vago. Cada zona ofrece sensaciones diferentes en los orgasmos y cuando actúan todas a la vez se producen los orgasmos combinados que conllevan las sensaciones orgásmicas más globales e intensas.

En el Orgasmo cérvico-uterino sentimos que el clímax se extiende desde el centro hacia todo el cuerpo y para conseguirlo es necesario que el útero esté elástico y flexible y que existan suficientes conexiones neuromusculares con este órgano. Haber crecido en una cultura que reprime de forma sistemática la sexualidad de las mujeres no ayuda pero sin duda hay formas de aumentar las conexiones neuromusculares y relajar el útero para poder sentir todo el goce que el cuerpo pone a nuestra disposición.

En mi proceso de reconexión corporal dos han sido las herramientas que me han permitido relajar y reconectar con mi útero: la meditación (especialmente la relajación del útero de Mónica Felipe) y la danza consciente (Indanza). Hay sin duda muchas maneras de conseguir relajar nuestro útero pero lo importante es que confiemos en que es posible y que conectemos con nuestro útero cuando sintamos placer llevando la atención allí y siendo conscientes de cómo poco a poco se mueve y tiembla.

Desde mi punto de vista las posibilidades orgásmicas de las mujeres son infinitas:

multi orgasmos (serie continuada de orgasmos), orgasmos mentales (sin estimulación física) u orgasmos expandidos (se siente de un modo intenso por todo el cuerpo y nos lleva a estados alterados de conciencia) son fenómenos que están a nuestro alcance. Convertir nuestros orgasmos en una experiencia no sólo física, sino también mental, emocional, energética, e incluso espiritual es posible.

Ilustración Lola Vendetta

Estas son algunas de las claves para desplegar todas nuestras potencialidades:

·   Poner nuestra atención y nuestra intención en llegar al orgasmo desde la relajación y no desde la tensión, disfrutando el camino y desapegándonos del resultado.

·         Habitar el cuerpo, lo que requiere desconectar el neocórtex.

·         Activar el sistema parasimpático, relajándonos, lo que producirá la segregación de dopamina, endorfinas y oxitocina.

·         Respirar de modo consciente y profundo.

·        Utilizar nuestros propios gemidos como si fuera un mantra como una forma de auto relajación, de autohipnosis, que nos ayude a estar en el momento presente.

·         Prolongar la fase de deseo sin estimulación genital.

·         Llegado el momento, centrar nuestra atención en la estimulación del clítoris.

·         Mover la pelvis de manera rítmica.·         Practicar el “peaking” (cuando el deseo aumenta levantar el pie del acelerador).

En definitiva, entregarte totalmente a la experiencia, sin miedo, o mejor dicho, confiando y abriéndote a la experiencia. Y, por supuesto, practicar, practicar y practicar.

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