Según el estudio de la OMS sobre los Estándares de Educación para Europa lanzado en 2010, España y Portugal son los únicos lugares en los que la asignatura de Educación sexual no es obligatoria. El primer país europeo en incluir esta materia en el currículo escolar fue Suecia 1955. La siguieron Noruega, Alemania y Dinamarca, que la introdujeron en 1970.
Son muchas las generaciones de españoles a los que se les ha privado del derecho a la información en este terreno. Lamentablemente casi la única «educación sexual» que ha llegado a la mayoría de la población, ha sido la del porno. Estos hechos, justifican por tanto, que la educación sexual se dirija a todos los rangos de edad y a todos los aspectos que conforman la sexualidad. La educación sexual mejora las condiciones de vida de la población, previene problemas sociales y problemas de salud física y mental, y promueve el cumplimiento de los derechos humanos, fomentando la equidad en la convivencia entre niños y adultos, y entre mujeres y varones. Se requiere por tanto que tanto los poderes públicos como otros sectores, como los medios de comunicación, afronten la necesidad de favorecer la educación sexual de la población en general.
La educación sexual desde las aulas se ha enfocado en llegar al colectivo más sensible, los adolescentes. Se centra esta educación en la mera información con un enfoque orientado al conocimiento de la fisiología y centrado en la procreación. Llama poderosamente la atención que se haya obviado totalmente al clítoris, órgano exclusivamente diseñado para el placer femenino. La sexualidad en el aula se enseña fundamentalmente desde el miedo, ETS y prevención de embarazos no deseados, y no desde el placer. Y esto viene ocurriendo así durante los últimos cuarenta años.
Si se quiere cambiar este orden de cosas, sería necesario afrontar la educación sexual desde un prisma integral, tanto en el aula como en otros espacios, resultando indispensable que incluya los aspectos afectivos y sociales, y se implemente según modelos transversales que den cuenta de las maneras en que la sexualidad atraviesa todas las dimensiones de la vida de las personas. Es prioritario desarrollar las habilidades y actitudes necesarias para que una persona pueda vivir su sexualidad de forma placentera y plena, así como favorecer dicho desarrollo en su entorno. Es necesario que exista en el aula un ambiente de tolerancia y confianza y aceptación de las diferencias entre las personas.
Todo lo que no se enseñe a los jóvenes sobre la sexualidad en las aulas y en el entorno familiar lo aprenderán del porno al que acceden con facilidad desde su móvil a edades muy tempranas. Y el porno muestra imágenes de agresiones físicas, habitualmente contra mujeres. Se normalizan apetencias sexuales extremas que se convierten en lo habitual. A las chicas se las quiere sumisas, subordinando su placer y sus deseos a los de ellos. Ellos tienen la obligación de convertirse en supermachos.
Pero, ¿Qué entendemos por una sexualidad sana, positiva y adulta?
La sexualidad es un aspecto consustancial a la vida humana, es una dimensión que acompaña al ser humano durante todas las etapas del desarrollo de la personalidad, desde su nacimiento hasta su muerte, manifestándose en cada momento de nuestra vida de un modo diferente y único para cada ser humano. La sexualidad incluye todo un mundo de relaciones afectivas y sentimientos que constituyen una facultad humana esencial. El sexo tiene que ver con la propia esencia de la naturaleza humana y, no puede ser separado de la persona sin que pierda su sentido. Goce, disfrute, capacidad de perder el control, estados alterados de consciencia, hormonas… estas y otras palabras nos evoca el Sexo. También tiene que ver con quien yo creo que soy, con mi poder interior, con mi creatividad…
Tradicionalmente infinidad de tabúes y puntos de vista negativos han acompañado a la sexualidad, estas barreras han llevado a los seres humanos a la desinformación en este terreno, lo que limita la capacidad de tomar decisiones respecto a cómo vivir su propia sexualidad. En pleno siglo XXI en un país desarrollado como España y después de más de cuarenta años desde la transición democrática aún pesa la tradición católica como una losa. Se habla del sexo de un modo banal, desde el desconocimiento, y este hecho sigue impidiendo que muchas personas puedan vivir su vida sexual de un modo pleno.
Consideraciones a tener en cuenta:
– La sexualidad es algo natural, inherente al ser humano y no tiene nada de sucio, pecaminoso ni vergonzoso. Es un acto de la voluntad individual por lo que cada persona decide cómo vivirla.
– Ser hombre, mujer, o tener cualquier otra identidad de género no es mejor ni peor.
– Las relaciones sexuales van más allá de la penetración y de los genitales. Hay un mundo más allá del pene y la vagina para estimular y disfrutar, un sinfín de sensaciones por descubrir.
– La procreación ha dejado de ser el fin primordial de las relaciones sexuales. Es una práctica placentera que hace que la deseemos y busquemos, una forma de comunicarnos con nosotros mismos y con los demás.
– La masturbación es una práctica muy saludable y placentera, el autoconocimiento que nos aporta nos enseña a disfrutar y poder compartir con los demás lo que nos gusta.
– Aprender a querer y aceptar nuestro cuerpo, y a disfrutar de él y con él es la base de la satisfacción.
– Cada persona es única y tenemos derecho a tener diferentes gustos e inquietudes, a pedir, dar y recibir desde la libertad individual y el respeto mutuo.
– Nuestra sexualidad varía a lo largo de nuestra vida, la clave está en aceptar y aprender a disfrutar con cada uno de los cambios.
– La promiscuidad no tiene por qué ser considerada algo negativo. Tenemos derecho a disfrutar y expresar nuestra sexualidad con quién queramos y cuantas veces queramos sin ser juzgados.
– La sexualidad puede generarnos algún problema o dificultad a lo largo de nuestra vida, tanto a nivel psicológico como orgánico, reconocerlo y buscar ayuda es importante.
– La sexualidad nos ofrece múltiples posibilidades para el disfrute cualquiera que sea nuestra edad, orientación, sexo …